domingo, 6 de marzo de 2011

Mensaje Indio



                                          MENSAJE INDIO

¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento o el color de la tierra?
Esa idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire,
Ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?.
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo.
Cada brillante mata de pino, cada grano de arena,

Cada gota de rocío en los bosques son sagrados a la memoria de mi pueblo.La savia  que circula por las venas de los árboles lleva consigo el pasado de los pieles rojas.Los muertos del hombre blanco olvidan su origen  cuando emprenden largos paseos  por las estrellas. En cambio nuestros muertos nunca podrán olvidar esta bondadosa tierra, la madre  de los pieles rojas.

Somos parte de la tierra y ella es parte nuestra. Las flores perfumadas son nuestras hermanas. El venado, el caballo,el gran águila, son nuestros hermanos.
Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el
hombre, pertenecemos todos  a la misma familia. El agua cristalina que corre por
los ríos no es solamente agua es la voz de mi padre.

S i les vendemos las tierras deben recordar que es sagrada y deben enseñar a sus hijos que es sagrada.  Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.
El hombre blanco no comprende nuestro modo de vida, no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro. Es un extraño que toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga  y una vez que la conquista sigue su camino.
¿Después de todo para que sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario de un ave? .Nosotros preferimos el susurro del viento, purificado por la lluvia del mediodía. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos comparten el mismo aliento.
¿Que sería del hombre sin los animales? .Si fueran exterminados el blanco viviría en una gran soledad espiritual.

                                                  Carta del Gran Jefe Seatlle
                                                  Al  Presidente de los Estados Unidos,
                                                                         Franklin Pierce,1854.

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